Foto: Fue construido entre 1900 y 1905, en tiempos de la República.

Fundación de La Paz

La Paz hoy celebra un nuevo aniversario de su fundación, en conmemoración a aquel 20 de octubre de 1548, cuando el capitán don Alonso de Mendoza suscribió su acta de fundación de “Nuestra Señora de La Paz” en el templo de Laja.

De acuerdo con el cronista Cienza de León en Crónica del Perú, a los pocos días de su fundación “Nuestra Señora de La Paz” fue trasladada hasta la ubicación en el otrora valle de Chuquiago, que ofrecía agua y refugio contra los vientos y el frío de la puna.

Al rememorar la historia, en 1548 el capitán Alonso de Mendoza recibió de Pedro la Gasca, presidente de la Real Audiencia de Lima, la orden de fundar una ciudad que pudiera proteger el comercio entre el centro costero de Arequipa, Cusco, La Plata y Potosí. Además, la fundación de esta ciudad iba a tener un valor simbólico: luego de la guerra civil entre españoles, divididos entre los que apoyaban a Francisco Pizarro y los que estaban a favor de Diego de Almagro, la nueva ciudad iba a ser el emblema de la paz reconquistada.

CHUQUIAGO

Surcada por una gran cantidad de ríos y riachuelos, Chuquiago, de acuerdo con la historiadora Ximena Medinaceli, antes de la llegada de los españoles, era un sitio ocupado por los incas, pero pertenecía al señorío Pacaje.

El término de marka refiere a que incluso antes de los incas la zona había sido un centro articulador de una cantidad de pequeños pueblos frecuentemente dedicados a las actividades de pastoreo de llamas y de alpacas.

Foto: La plaza Alonso de Mendoza, en la zona de Churubamba, en el casco antiguo de la urbe.

Algunos nombres que todavía quedan de las zonas paceñas permiten suponer con bastante certeza la importancia que tuvo la cría de camélidos en este sitio.

Es el caso de Alpacoma, que nos dice que la humedad y la altura del lugar permitían la crianza de llamas y otros camélidos. Paco o alpaca es el nombre de este animal apreciado sobre todo por su fina lana. En cambio, Chijini indica que la abundancia de pastos permitía también la cría de llamas y alpacas.

De acuerdo con Medinaceli, si se piensa que Caiconi era la trampa para cazar vicuñas y dejarlas luego en libertad, completamos de alguna manera la idea de que algunos nombres que designan los alrededores de lo que luego será la ciudad de La Paz, refieren la importancia de la actividad ganadera.

Siendo una zona que articulaba los valles de Río Abajo, los Yungas y el altiplano donde se cultivaban distintos productos, la idea de marka también queda subrayada como articuladora de diferentes ecologías, pero también su antigua vocación no solo pastoril sino también complementada por la agricultura.

Pese a la variedad de recursos, aquella actividad que le dio identidad fue la de ser un centro aurífero.

El nombre de Chuquiago, que es también del río principal que cruza la ciudad, refiere a que en la zona está también un yacimiento de oro. Precisamente Sancho de la Hoz, quien fue uno de los primeros españoles en pasar por el poblado en 1535, es decir antes de su fundación, quedó admirado del trabajo que se hacía extrayendo oro y de la disciplina y respeto de sus pobladores a sus autoridades.

COSMOPOLITA

Ser cosmopolitas y solidarios son las principales virtudes de los paceños, que les permite abrir sus brazos a foráneos y poner el hombro cuando se debe ayudar. Sin embargo, suelen también ser eternos disconformes.

De acuerdo con el antropólogo Milton Eyzaguirre, el paceño es un ser cosmopolita porque tiene la capacidad de adaptarse a las diferentes percepciones, culturas, música y danza que tiene la gente de distintas partes. “Una de las causas para que ocurra esto es porque al ser (La Paz) sede de gobierno ha recibido a una gran cantidad de migrantes de otros departamentos y del exterior del país, lo cual ha permitido que se genere una apertura y una amplitud con relación a las diferentes perspectivas que existen”.

Para el sociólogo Jiovanny Samanamud, el paceño tiene una visión cosmopolita porque todo el centro político ha tenido como principal eje a la ciudad de La Paz, lo que ha generado que conviva con diferentes visiones. Debido a eso, la mayoría de las personas tiene una mayor sensibilidad por los aspectos políticos y problemáticos del país, aspecto que genera otro valor que es tratar de abrirse a la diversidad que tiene Bolivia.

Foto: La Razón. / La calle Linares, lugar turístico con características republicanas.

La cancha de Churubamba, la madre de todas las plazas

La cancha de Churubamba, de acuerdo con el cronista Rolando Carvajal, es no solo el centro primigenio donde se asentó un martes 23 de octubre el pueblo nuevo traído desde Laja, sino, por muchos motivos, la madre de todas las plazas paceñas.

Esa pequeña pampa parapetada en el recodo donde se juntan los milenarios Choqueyapu y Apumalla, pudo acoger a los primeros españoles probablemente venidos desde 1533, cuando Gabriel de Rojas se topó con los almagristas saliendo de su exploración al Collao, los Charcas y los Chiriguanaes.

474 años después, Churubamba continúa siendo el epicentro indígena/plebeyo/ criollo de una ciudad hoy cosmopolita, que guarda en sus entrañas la raíz de todo el mestizaje racial, el sincretismo religioso y cultural, y toda la simbiosis que hace posible la coexistencia de visiones y pensamientos diferentes en un solo espacio multifacético y, como se diría ahora, intercultural.

En el vértice de las dos plazas, una de españoles y otra de indios, la casa del fundador ocupaba el frente principal de la plaza indiana (excalle Ancha, actual Av. América), infiriéndose que colindaba con la capilla primitiva (actual de San Sebastián) y el cementerio-hospital que se conoció después como de “la Misericordia”.

Foto: Recreación de la fundación de Nuestra Señora de La Paz.

APUNTES SOBRE LA FUNDACIÓN

CONQUISTADORES. Laja fue el primer escenario donde el español Alonso de Mendoza se detuvo y redactó una primera acta de fundación de la ciudad de Nuestra Señora de La Paz.

Ocurrió el 20 de octubre de 1548 por encargo de Pedro de la Gasca, quien quería proteger el comercio que había entre Arequipa, Cusco, La Plata y Potosí.

Tres días después, los españoles continuaron su viaje y llegaron a Chuquiago, un valle bañado por el río Choqueyapu y rico en oro e importancia en la actividad ganadera.

/RI/Fuente: La Razón

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